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Tree Lined Park

Día de los desafíos era uno de los más esperados en la semana del campamento. A los campistas se les enviaba a hacer toda clase de tareas extrañas, como, por ejemplo, encontrar pelo de animales, ciertos tipos de hojas, nueces, y otros pedacitos de naturaleza.

 

 

Dominic y Vincent estaban convencidos de que se les había encargado la tarea más difícil de todas: calcular la altura exacta del árbol solitario en el centro del campamento. Por poco sueltan carcajadas cuando les entregaron solo dos herramientas para hacerlo: una regla de una yarda de longitud y una gran bola de hilo.

 

 

—Es imposible —dijo Dominic, ojeando hasta la punta del árbol con los ojos entrecerrados. Era un día soleado.

 

 

—No puede ser imposible —dijo Vincent—. El consejero dijo que otros chicos lo han hecho con las mismas cosas que nos dieron a nosotros.

 

Pensaron por un rato.

 

 

—Bueno, tengo una idea —dijo Dominic—. Pero no será fácil. Uno de nosotros puede sostener la bola de hilo mientras que el otro se amarra un extremo del hilo al cinturón y trepa el árbol. Podríamos llegar lo suficientemente cerca a la punta como para estimar cuánto falta, y después podríamos agregar ese estimado a la longitud del hilo desde el punto al que alcanzamos hasta el suelo.

 

 

—No creo que nos gustará el resultado de eso —dijo Vincent.

 

 

—¿Por qué? —preguntó Dominic.

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